Por Nahuel Paredes
Buenos Aires | 09.11.2010 | La Tercera Voz
El pasado 6 de noviembre, por las calles de Buenos Aires, desfilaron miles de personas en la ya conocida Marcha del Orgullo de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans.
Pero, ¿Por qué la llaman así? Y me pregunto esto desde la más absoluta inocencia. ¿Será que cada individuo debería estar orgulloso de su condición sexual?
En una charla abierta dónde las brillantinas y los colores vivos no faltaron, las respuestas confluían hacia un solo lugar: “Salir a mostrar lo que somos, estamos orgullosos de nuestra condición y es algo que no tenemos que ocultar”. Ocultar es precisamente lo que se está haciendo al salir a “marchar” por una causa que es justa, pero que termina siendo socavada por los disfraces, el maquillaje exacerbado, lo bizarre y grotesco.
Las minorías existieron desde que el hombre entró en sociedad y no fue sino tras una revolución allá por 1789 en Francia que se entendiera por primera vez en la historia que los derechos le correspondían a todos. Y aún así, hoy hay asperezas que limar.
La minoría, en este caso homosexual argentina, debe entender que es parte de una sociedad típicamente conservadora y que para ser tenidos en cuenta, deben ser respetados, algo que por suerte se está logrando lentamente, pero podría ser más rápido.
Llevar un reclamo de pedido de derechos igualitarios a una comparsa de bailes con trajes exóticos esconde la causa verdadera. Darle el nombre de “orgullo” (definido como el exceso de autovaloración o arrogancia) es asignarle, intrínsecamente un valor peyorativo. Lo mismo sucede quizás con el mundial de fútbol gay. ¿Acaso no se pide la igualdad ante la constitución y al mismo tiempo se está diferenciando entre una condición y otra? El reclamo entonces queda truncado de forma fáctica.
Sería de cuestión puramente pragmática y lógica que se empezara por lo simple. Llamar a esa marcha, la marcha del “reconocimiento gay” sería un primer paso hacia la “liberación” y alejarla del fantasma prohibido: la marcha de la autodiscriminación.
Ese momento establecerá entonces que se podrán acelerar los tiempos en este proceso al brindarle una “ayuda” a la sociedad para poder comprender mejor el terrible problema que es no ser amparado por los mismos derechos y estar cada vez más cerca de una sociedad igualitaria.
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